miércoles, 7 de octubre de 2009

GABINO FERREIRA

Por Antón García-Fernández.



Como digno representante que es de la llamada velha guarda, esa incansable vieja guardia del fado, ese grupo de fadistas preocupados por la preservación de los sonidos y la idiosincrasia del fado tradicional, Gabino Ferreira se ha distinguido siempre por el profundo respeto que ha mostrado por la tradición del fado más castizo y falto de ornamentos innecesarios. En su excelente libro Lisboa, o fado e os fadistas, Eduardo Sucena no dedica a Gabino el espacio que su categoría dentro de la historia del género merece, pero sí describe a la perfección su estilo al destacar “su bella voz, pura y melodiosa, la excelente dicción y el estilo propio de sus interpretaciones [que] continúan haciendo de él un paradigma del arte de cantar bien el fado” (1). Y, en efecto, pocos fadistas poseen la capacidad innata de Gabino Ferreira para transmitir los diversos y tantas veces contradictorios sentimientos que se esconden en las letras fruto de la pluma de poetas del fado consagrados como Carlos Conde, João Linhares Barbosa o Frederico de Brito. Gabino hace suyo cada poema que canta, utilizando su voz suave y melódica, henchida de nostalgia, como si de un instrumento musical se tratase, conteniendo a ratos la emoción para poco después deslizarla en las notas que más le interesan según lo requiera la letra. Nos hallamos ante un intérprete imponente, de esos que han ayudado a cimentar durante años la historia y la reputación de un género y que en la actualidad se encuentran, por desgracia, un tanto olvidados por el gran público.



Gabino Ferreira nació en 1922 en Oporto, en la parroquia de Bonfim, de donde procede su apelativo de “Miúdo do Bonfim”, un sobrenombre que, a diferencia del de Fernando Farinha (conocido como “Miúdo da Bica”), no le acompañaría durante toda su vida profesional. Como tantos otros, Gabino comenzó a cantar en fiestas de beneficencia hacia mediados de la década de los treinta, pasando poco después a actuar en algunos cafés de su ciudad natal. Seducido por la vida artística, en 1940 tomó parte en el espectáculo Glória a Portugal, una celebración de la nacionalidad portuguesa aderezada con música compuesta por grandes nombres como Armandinho, Joaquim Campos y Fernando Freitas. Al comprender que su futuro profesional no podría fructificar en Oporto, en 1942 decidió establecerse definitivamente en Lisboa, donde fue contratado para cantar en escenarios legendarios como los del Café Luso, el Retiro dos Marialvas y las Adegas Machado y Mesquita. En todos ellos compartió cartel con la flor y nata de la escena fadista, que por entonces contaba con luminarias como Filipe Pinto, Maria do Carmo Torres, el propio Fernando Farinha y Frutuoso França, entre muchos otros.

Aunque realizó pequeñas giras por diversas partes de la geografía portuguesa, el mundo de las casas de fado lisboetas siempre le atrajo de forma especial y nunca mostró deseos de regresar a su ciudad natal, prefiriendo actuar en la capital por entender que el ambiente era allí más propicio para el fado. En una entrevista publicada en Guitarra de Portugal a mediados de los años cuarenta, Gabino explicaba con mayor detalle las razones del apego profesional que sentía por Lisboa: “Nadie es profeta en su tierra, como dice el refrán. Oporto, aun siendo una ciudad en la que abundan los admiradores del fado, no cree en el valor de sus hijos sino después de verlos triunfar en otros lados. Ésa es la razón de que la mayoría de los artistas de mi tierra se trasladen a Lisboa”. Para Gabino, ya entonces, el problema de la escasez de oferta fadista en Oporto tenía que ver principalmente con el enfoque de los locales que presentaban fado en directo: “[en Oporto] hay un problema: para poder contratar regularmente artistas de Lisboa, los gastos suelen superar los ingresos. Si sólo presentamos artistas locales, el público no acude [a las casas de fado], y así estamos atrapados en este círculo vicioso que creo que va a ser difícil de superar” (2).



Su apuesta por Lisboa no tardó en producir sus frutos, y poco a poco, Gabino fue consolidando su reputación como fadista elegante con un estilo propio enraizado en el terreno del fado más tradicional. Su popularidad lo llevó a tomar parte en el espectáculo Portugal a cantar, presentado en 1946, en el que compartió escenario con Berta Cardoso y en el que se sirvió del acompañamiento de músicos de gran renombre como Francisco Carvalhinho y Acácio Gomes a la guitarra portuguesa, y Martinho d’Assunção y Fernando Reis a la guitarra. Se encontraba entonces en uno de los puntos más álgidos de su carrera, aplaudido por el público y por la crítica y requerido por los más prestigiosos locales fadistas de Lisboa. Y precisamente en ese momento, tomó la abrupta decisión de abandonar el medio artístico para contraer matrimonio con la cantadeira Ana Lala, cambiando los escenarios por una retirada vida familiar y aceptando un trabajo con la compañía telefónica de Portugal.

Gabino Ferreira en la Adega Mesquita junto a Mariana Silva, Estela Alves, Manuel dos Santos y la Tía Adelina, propietaria del local.

Sin embargo, su amor por el fado le impidió dejar de cantar, aunque a partir de entonces lo hizo de una manera mucho más informal, quizá una de las razones principales que explican el reducido volumen de su legado discográfico. De hecho, sus últimas grabaciones tuvieron lugar a finales de los años setenta: en 1979 fue incluido en un interesante proyecto colectivo titulado Fadistas da Velha Guarda, y al año siguiente editó un disco propio bajo el apropiado título de Fados e saudades de Gabino Ferreira. Algunas de estas grabaciones se encuentran disponibles en el volumen dedicado a él dentro de la serie Fados do Fado (Movieplay, 1998), único CD de Gabino Ferreira existente hasta la fecha. Entre los temas registrados en dichas sesiones hallamos uno titulado “O Fado Está Doente”, cuya letra, escrita por Carlos Conde para una melodía compuesta por el propio Gabino, resume perfectamente su actitud ante quienes desvirtúan el fado tradicional:

El fado está enfermo
Enfermó el fado
Cuando hoy lo visité
Me quedé sobresaltado
Al verlo triste y solo
Con la guitarra al lado
En una casa cualquiera
Allí en el Bairro Alto

El fado está enfermo
Es preciso salvarlo
Con el gusto del pueblo
Y el alma de los fadistas

Está muy abatido
Y ya ni lo conocía
Él, el emperador
De la Madragoa,
El príncipe de Alfama,
El rey de la Mouraria
Y, sobre todo,
El señor de Lisboa

Fadistas de garra,
Altivos y bien unidos,
Si el fado es algo tan nuestro,
Si es grande e inmortal,
Nosotros tenemos el deber
De luchar por la vida
De la más bella canción
Que existe en Portugal

Son, obviamente, versos cargados de dramatismo, mas su actualidad es indudable treinta años después de ser grabados, y en la voz nostálgica de Gabino Ferreira adquieren significado pleno, pues él ha sido siempre un activo defensor de aquellas características propias del fado que lo definen como estilo musical claramente diferenciado de los demás. Y en su voz, siempre marcada por un intuitivo sentido del lirismo y de la melodía, el fado se convierte, en efecto, en lo que Gabino describe aquí como “la más bella canción que existe en Portugal”. Queda todavía por publicarse una edición seria y completa de sus grabaciones, descuido que no sólo se ha cometido con su obra, sino con la de tantos y tantos fadistas y que es ya un mal endémico del género. Pero cuando algún sello discográfico se decida a hacerlo, nos dará la oportunidad de descubrir el arte incomparable de un intérprete que es una verdadera joya escondida de la música portuguesa.



Agradecimientos

Debo agradecer a mi amiga lisboeta Ofélia Pereira, admiradora confesa de la música de Gabino Ferreira, el haberme facilitado recortes de prensa e información sin la cual este artículo nunca habría sido posible.

Enlaces de interés

Para más información sobre Gabino Ferreira en portugués, así como para ver vídeos de su música, visitad los siguientes enlaces:

Fadocravo - Gabino Ferreira: Ri Sempre

Fadocravo - Gabino Ferreira: Alfama

Notas

(1) Eduardo Sucena. Lisboa, o fado e os fadistas. Lisboa: Edições Vega, 1992: 229.

(2) Guitarra de Portugal. Año XXIV (Segunda serie), No. 6.