miércoles, 9 de septiembre de 2009

JOÃO LINHARES BARBOSA, EL PRÍNCIPE DE LOS POETAS

Por Antón García-Fernández.

A lo largo de las décadas, una parte de la crítica se ha ocupado de desprestigiar las letras del fado, criticando duramente lo que algunos han percibido como una poesía de rango inferior y dudosa calidad literaria. Sin embargo, un análisis más pormenorizado de la producción de los mejores letristas del fado desvela la existencia de un universo poético fadista claramente definido con un bagaje lírico excepcional. Eduardo Sucena ha insistido categóricamente en ello: “La poesía del fado, cuando sea un día debidamente estudiada, sorprenderá a cuantos la han juzgado y la juzgan como una pseudopoesía plagada de lugares comunes”. Así, para Sucena las letras del fado no se limitan a desgranar de manera más o menos ingenua clichés amorosos y nostálgicos, no son meramente vacías reflexiones sobre el destino o la muerte, sino que van mucho más allá. Se trata de poesía popular, sí, pero en manos de sus más inspirados autores, “retrata el medio ambiente en el que fue creada, aporta interesantes datos etnológicos y revela primores de inspiración . . . que poetas mayores no desdeñarían suscribir” (1).

Y entre estos poetas del fado, como a veces se les denomina a quienes escriben poemas para ser cantados con acompañamiento de guitarra portuguesa, João Linhares Barbosa es, sin duda, uno de los más destacados. Escritor prolífico y de innegable talento, Linhares Barbosa fue responsable de una importante labor periodística en favor de la divulgación del fado, pero pasó a la historia de la música portuguesa principalmente por sus versos, de una sutileza y una belleza sublimes, que le valieron en vida el título de “Príncipe de los poetas”. No en vano, fue uno de los primeros letristas de fado que se ganó la vida con sus composiciones, y a lo largo de su carrera escribió algunas de las letras más memorables del género, muchas de ellas convertidas ya en clásicos, en temas que todo fadista y aficionado al fado que se precie debe conocer.

Por todo ello, resulta un tanto sorprendente que el propio Sucena le dedique tan poco espacio en su excelente libro Lisboa, o fado e os fadistas, o que sea a veces complicado recabar datos fidedignos acerca de su trayectoria vital y profesional. Sucena lo considera, eso sí, “uno de los más inspirados y prolíficos poetas que el fado ha tenido” (2) y señala la localidad de Monção, en el norte de Portugal, como su lugar de nacimiento. Si bien nació en 1893, no se asentaría definitivamente en Lisboa hasta la década de los años 20, cuando comenzó a escribir poesía bajo los auspicios de Martinho d’Assunção y Domingos Serpa. Su interés por dignificar el fado en unos momentos históricos en los que estaba siendo despiadadamente denostado cristalizaron en 1922, cuando inició la publicación de la revista Guitarra de Portugal, uno de los principales estandartes del periodismo fadista. Desde las páginas de esta y otras publicaciones, Linhares Barbosa llevó a cabo una inteligente defensa de las cualidades musicales y poéticas del fado que supuso un gran paso adelante en la divulgación del género.



Pero, como ya se ha dicho, junto a su obra periodística, Linhares Barbosa destacó por su genial sensibilidad lírica, por sus magníficos poemas que destilan una emoción a menudo sobria, contenida, que ahondan en los sentimientos humanos más profundos con una aparente sencillez que esconde siempre lo más intrincado de nuestra existencia. Son versos de una musicalidad impresionante, lo que provoca que los percibamos siempre como íntimamente ligados a las melodías sobre las que se construyen. Cuando nos encontramos ante una letra de Linhares Barbosa, la unión de la palabra y la música es siempre indisociable: parece incluso que una no puede existir independientemente de la otra. Un artículo periodístico anónimo sobre su poesía publicado a mediados de los años 50 incide de forma elocuente en las cualidades de su quehacer poético: “De Linhares Barbosa como poeta del pueblo está todo dicho. El colorido de sus acuarelas, la pura traducción de la vida de los barrios populares en lo que tiene de espontáneo y bello, la definición, en cuatro pinceladas, de los sentimientos y emociones más naturales hacen de él, sin duda, el primero en esta cosa tan simple y tan difícil de escribir versos que el pueblo sienta y que el pueblo cante” (3). Como toda buena poesía popular, las letras de Linhares Barbosa esconden tras su apariencia espontánea la innata capacidad de su autor para retratar experiencias vitales a menudo tan difíciles de plasmar con palabras.

A pesar de que la vertiente más sentimental y romántica de la producción poética de Linhares Barbosa ha eclipsado a veces otros elementos presentes en su obra, la variedad temática de sus composiciones es notable. Si bien muestra un evidente gusto por relatar historias de marcado dramatismo, al estilo de su “Lenda das rosas”, algunas de sus letras son ejemplos perfectos de la ironía más fina. Así, en la ya clásica “É tão bom ser pequenino”, Linhares Barbosa reflexiona en voz alta sobre la complejidad de la vida y el aislamiento emocional que se experimenta durante la infancia:

Es tan bueno ser pequeñito
Tener padre, tener madre, tener abuelos
Tener esperanza en el destino
Y tener quien nos quiera.



Otra de sus facultades poéticas más destacadas es la descripción con breves y sutiles pinceladas de una multitud de personajes, reales o ficticios, procedentes de los estratos populares, algo que lleva a cabo sin dificultad en poemas como “O Pierrot”, con música de Alfredo Marceneiro, o el divertido “O leilão da casa da Mariquinhas”, este último compuesto en respuesta paródica al conocido fado “A casa da Mariquinhas”, cuya letra original fue escrita por Silva Tavares y acabó por producir toda una saga de composiciones en torno al castizo personaje de Mariquinhas.

Pero el elemento temático que Linhares Barbosa cultivó con mayor acierto fue, sin duda, el de la nostalgia por los tiempos pasados y la ansiedad que el devenir del tiempo y los cambios en las prácticas sociales ocasionan en el individuo. Por ejemplo, en “Lembro-me de ti”, la voz poética se resiste a aceptar los cambios que ha experimentado una muchacha que solía vivir en su aldea tras mudarse a la ciudad. Linhares Barbosa compone un interesante retrato de la muchacha a través de pinceladas veloces pero reveladoras, todo ello realzado por la melancolía que impregna la música compuesta por Alfredo Marceneiro:

Yo me acuerdo de ti
Te llamabas nostalgia
Vivías en un molino
En la cima de una colina
Zuecos en los pies
Pañuelo puesto sin cuidado
En ese tiempo eras tú
La hija del molinero.

Yo me acuerdo de ti
Y me quedo aturdido
Al verte por la calle
Con carcajadas francas
Pretendo confundir
La piel de tu vestido
Con la sedosa lana
De las ovejitas blancas.

Esta dicotomía entre el medio rural y el medio urbano se pone de manifiesto, asimismo, en “Mocita dos caracóis”, otra letra en la que la ciudad representa todo lo negativo que conlleva el progreso frente a la idílica pureza de la vida campestre:

Mocita de los tirabuzones
No me dejes, querida mía
¿No oyes a los ruiseñores
Cantando como héroes
La historia de nuestra vida?

Tu cabello es hermoso y rubio
Con tirabuzones verdaderos
En la ciudad ese tesoro
Se compra a peso de oro
En las grandes peluquerías.

Dos años antes de su muerte, acaecida en 1965, Linhares Barbosa recibió un sentido homenaje en el Coliséu dos Recreios, en el transcurso del cual le fue otorgado un galardón a toda su carrera. A día de hoy, una calle de Lisboa lleva su nombre, justo premio para un hombre que dedicó sus esfuerzos artísticos a plasmar en palabras el sentir de los barrios populares, creando una poesía llena de espontaneidad, emoción y expresividad. La mayor parte de sus letras constituyen ejemplos de ese tipo raro de arte que no pasa nunca de moda, han alcanzado la categoría de clásicos y todavía hoy forman parte del repertorio de multitud de fadistas. La ingente obra del "Príncipe de los poetas" no sólo le asegura un lugar de excepción en la historia del fado, sino que lo convierte en uno de los indiscutibles pilares del género.

João Linhares Barbosa (en el centro) junto con Martinho d’Assunção, Alberto Costa, Amália Rodrigues, Berta Cardoso y Carvalhinho.

Notas

(1) Eduardo Sucena. Lisboa, o fado e os fadistas. Lisboa: Edições Vega, 1992: 263.

(2) Sucena, p. 281.

(3) A Voz de Portugal, 1 de agosto de 1954.

6 comentarios:

jaume dijo...

Querido Antón, no pudo por menos que quitarme el sombrero delante de esta bella y dedicada entrada sobre "O Príncipe dos Poetas".
De acuerdo en todo lo que escribes sobre él y admirado en la forma como lo haces. Veo un futuro "Sucena" del Fado.....
Um abraço desde Barcelona aos amigos do outro lado do mar, o Antón e a Erin. Parabéns.
jaume

Anton Garcia-Fernandez dijo...

Amigo Jaume:

Muchas gracias por tus amables palabras sobre el artículo que he dedicado a Linhares Barbosa. El Príncipe de los poetas es uno de mis letristas favoritos de la historia del fado, y creo que en algunos momentos del artículo me he dejado llevar un poco por la emoción que me produce escuchar sus canciones... :)

En cuanto al libro de Eduardo Sucena "Lisboa, o fado e os fadistas", lo recomiendo a todo el mundo, aunque me parece que en estos momentos está descatalogado. Es un magnífico trabajo de investigación y una verdadera mina de información sobre fadistas, músicos, poetas y la historia del fado en general. Concuerdo totalmente con su idea de que la poesía del fado no es pseudopoesía, sino que, en sus mejores momentos, está a la altura de la más prestigiosa poesía portuguesa.

Saludos desde Memphis también de parte de Erin; ambos estamos disfrutando de nuestra recién estrenada vida matrimonial y te enviamos un abrazo lleno de fado!

Antón.

MLeiria dijo...

Estou sempre a repetir-me, mas a grande qualidade dos seus artigos a tal me obriga...pouco mais há a dizer para além de um caloroso -PARABÉNS!
Parabéns, não só pela qualidade do texto, mas também pela investigação que o mesmo denota, pelo cuidado e consideração, pela sua paixão pelo Fado.
De facto, é-me muito grato este seu texto, não só porque admiro particularmente o Poeta de Fado Linhares Barbosa, mas também porque igualmente defendo que escrever para Fado não é encargo menor, ao contrário, não é tarefa para qualquer poeta! Escrever para fado, como o inspirado Linhares escrevia, contando histórias, descrevendo situações, desenhando personagens,... é notável e apenas a Ignorância pode ter afirmado, como afirmou, que a poesia de fado é uma poesia menor... As letras de Linhares Barbosa são absolutamente geniais, como o são as de outros grandes poetas de fado, de então e de agora. Como sempre tenho defendido, não teria sido necessário trazer para o fado textos de poetas clássicos e nem académicos, com o objectivo de "enriquecer" ou "valorizar" o Fado... na minha modesta opinião, esses poemas é que se valorizaram e enriqueceram, não só porque passaram a ser mais conhecidos, mas também porque a música lhes deu mais sentido...
Entendo igualmente que, dada a reconhecida especificidade e requeridos conhecimento e talento para escrever para fado, se deva utilizar uma terminologia também específica e adequada, a saber, os poemas devem designar-se "letras" e os poetas, "poetas de fado" ou "letristas"; pode até ser que estas designações tenham servido para estabelecer a diferença "pela negativa", para menorizar..., mas que a diferença existe, existe... apenas que, em termos de Fado, o Menor é sempre Maior!...
Bjinho
OP

Anton Garcia-Fernandez dijo...

Ofélia:

Muito obrigado pelas suas palavras elogiosas sobre o meu artigo no que faço uma pequena homenagem ao Linhares. Como sabe, ele é, sem dúvida, um dos meus poetas do fado favoritos, pela grande qualidade das suas letras tão inteligentes.

Pouco posso acrescentar ao que você já disse: escrever para fado não é um trabalho menor, e letristas como o Linhares, o Henrique Rêgo ou o Silva Tavares são mestres neste tipo de poesia, que não é de pior qualidade por ser popular. Também estou de acordo com você (e muito temos falado nisso) em que não é preciso trazer para o fado poemas de poetas clássicos como o Camões ou o Pessoa, pois o fado tem os seus propios poetas, chamados quer poetas de fado quer letristas, cujos textos são perfeitos para as melodias sobre as que se constrói a canção.

Como vê, amiga Ofélia, estamos (quase) sempre de acordo em matéria de fado! :)

Saudações fadistas desde os Estados Unidos,

Antón.

P.S.: Esquecia dizer-lhe que pronto começarei a trabalhar num artigo sobre o Gabino Ferreira, quem sei que é um dos seus fadistas favoritos... ;)

Anónimo dijo...

ola eu sou o francisco carvalho e fico muito contente por ver aqui uma fotografia do meu avô Francisco Carvalhinho. quando for adulto vou fazer um programa para a televisão falar dos musicos e poetas de Portugal. Tenho 13 anos e sou filho da fadista yolanda carvalho e do musico jose carvalhinho junior . eu vou aprender a tocar guitarra classica. sr Anton se tiver mais fotos do meu avô e de outros musicos podia postar, obrigado. xico carvalho

Anton Garcia-Fernandez dijo...

Amigo Francisco:

Muito obrigado pela sua visita! É muito bom saber que há gente da sua idade que ainda tem interesse no fado e na sua história. Esta é a única foto do seu avô que encontrei na net, mas estou seguro de que haverá mais. Se eu encontrar mais, prometo postá-las. Já sabe que pode voltar pelo blog quando quiser.

Saudações fadistas,

Antón García-Fernández.